9/9/08

Triple vicio

Mi amigo Diego es un enfermo de los dardos.
Sí, es cierto tal como lo he escrito, mi amigo Diego es un enfermo; sufre adicción al triple.

Tal vez tú seas de los que elijen una bar en función de la música que ponen, que si este tiene rollito festivo, que si te gusta el house o el pop actual...
Tal vez busques el ambiente, un local cool con luz suave para charlar, el antro de moda para rozarte...
Tal vez te centres en la calidad de una copa bien puesta de contenido coincidente con el etiquetado de la botella, esa copa de Matusalén en copa de balón con cubito grueso y chorrito de limón exprimido.
Bueno, todo eso está muy bien pero para mi amigo Diego la primera pregunta es ¿hay máquina de dardos? Porque a mi amigo Diego si no hay dardos no se le ha perdido nada allí. A todos nos gusta la primera y la segunda partida, cuando las tiradas se cuentan por dobles y todo es bulls eye y alegría. Pero a mi amigo le gusta la quinta y la sexta porque mi amigo está enamorado del Cricket Cut Throat. 

A mi amigo Diego le gustan la séptima y la octava, cuando Gregorio se tambalea como un pelele tras ingerir diez copas y aporrea el canto de los dardos contra la zona negra.
A mi amigo Diego le gustan la novena y la décima, cuando hacemos bananas a diestro y siniestro.
A mi amigo Diego le gustan la undécima y duodécima, cuando acertar el triple es solo una utopía y las partidas se acaban en la ronda treinta.
A mi amigo Diego le gustan la decimotercera y la decimocuarta, cuando solo la brujilla acierta al dieciocho.
A mi amigo Diego le gustan todas, porque se enamoró de Bifuca hasta las trancas y sueña cada noche sus triples veintes.